jueves, 24 de septiembre de 2009

LO BUENO Y LO MALO

Toda la luna llena para mí… y también su plateado reflejo en el lago!. Me senté desganadamente sobre la arena de la playita y comprobé que aún estaba tibia. Noche de verano sin viento, estrellada, tan llena de silencio y de sugerentes sombras de pinos que asemejan fantasmas… ¿Fantasmas? Tal vez sean mis propios fantasmas, mis viejos miedos, vestigios de un pasado con tantos altibajos, quizás las sombras de mis interrogantes aún sin respuesta, quien sabe… fantasmas para quien crea en ellos, o para quien los haga carne en su propia mente… o para quien los anide en algún rincón oculto junto con algún triste recuerdo dentro de su alma.

La superficie espejada del lago Caviahue, tan calma y aterciopelada, reflejando las luces del pueblo, me hizo pensar en dos dimensiones simétricas; una, por encima, encarnada por la realidad de las construcciones. La otra, por debajo, quizás en una dimensión paralela, invertida, ese espacio que no es materia, pero que sin embargo, existe. La sombra, tal vez diría Freud. ¿También las ciudades y los pueblos tendrán sombra? De hecho son entidades con vida, tienen una Carta Natal que rige su progreso y su existencia. Sin más trámites, puede decirse que los lagos representan la esencia del Signo de Escorpio.

Las ciudades al borde de los lagos poseen un trasfondo de esoterismo y misterio. Muchas almas desarrolladas en el ocultismo reencarnan en ellas. Como analogía, intentemos sentir lo misterioso de las profundidades y las corrientes interiores de las personas del Signo de Escorpio, que al igual que las de un lago, parecen calmos en la superficie… pero son agitados y energéticos en su interior. Las dos dimensiones… ¿La visible y la invisible? ¿La buena y la mala? ¿La blanca y la negra? ¿La que vemos que está allí, ante nuestros ojos y la que no sabemos científicamente si existe? ¿Luz y sombra?

Cosa rara y engañosa nuestra mente… Funciona en base a relaciones y comparaciones; quizás sea por eso que estamos tan llenos de prejuicios, que necesitamos rotular, fijar extremos, límites, creencias, ponerle nombre a lo desconocido para que pase a volverse conocido y no nos atemorice… aún adultos, nos seguimos comportando como niños.

Allí apareció de nuevo… De pronto, sin avisar ni pedirme permiso se reincorporó ese viejo interrogante que en esa noche apacible volvía para desafiar a mi mente, y que está allí desde que conozco esta zona… hace ya tantos años, desde aquella tarde tormentosa en que al pasar la subida, mis ojos asombrados de niño se deslumbraron con el paisaje de este lago rodeado de pinos, cascadas, contrastes de vegetación pero con formaciones rocosas, orillas pedregosas con playitas de arena de colores. Cómo me gustaría poder preguntarle al lago, en este silencio completo, en esta calma cómplice tan llena de estrellas y de paz, para que su respuesta pueda liberar a mi mente y dejar en claro este viejo interrogante…

“Adelante, podés preguntarle…” me pareció escuchar en el silencio de esa irreal escena de luz plateada y sombras misteriosas.

“¿Quién está allí? ¿Quién es?” es lo único que pude articular.

“Adiviná quien soy…” dijo la misma voz.

“No sé… ¿Un fantasma, tal vez…?” contesté.

“No precisamente un fantasma… pero sí una energía; a ver si me reconoces” se volvió a oir entre los pinos.

“Una energía… a ver, ¿Tienes que ver con el lago?” me atreví a especular…

“Por supuesto, regente del lago…” me contestó.

“Bueno, a ver… lago… Escorpio… ¿Qué energías rigen a Escorpio? Las energías de Marte, Plutón… Mercurio en una dignidad secundaria…” comencé a analizar “Por lo misterioso y oculto, tienes que ser Plutón…” aventuré. “Marte sería más directo y preferiría la acción; pero en la oscuridad… ¿Quién otro que Plutón para hacer ocultas travesuras en las sombras?”

“Mi amigo, si yo fuese Plutón y estuvieras ante mí… sería porque ya estás muerto” fue la respuesta.

“Bueno, es cierto, probablemente así sería… está bien, me rindo, ¿Entonces quién sos?” le dije con algo de impaciencia y cierta sensación de escalofrío en la nuca.

“Soy el espíritu del lago. En realidad… un segmento del Hades, una prolongación mundana de la energía plutoniana, intraterrena, para que me entiendas mejor… pero, vayamos al grano, ¿Cuál era tu pregunta sin respuesta?”

“Aaaahhhh… sí, claro, un segmento del Hades... era evidente; pero, bueno, disculpa, mi cerebro anda de vacaciones… Bueno, vamos a la famosa pregunta: ¿Cómo puede ser que un lago salado, inundado de minerales sulfurosos y ferruginosos, con un pH tan ácido… pueda tener a su alrededor un paisaje tan hermoso, verde, lleno de pinos, pehuenes, araucarias…?

“A ver… definamos mejor, usando tus creencias humanas… ¿Un lago muerto rodeado de vida? O más precisamente todavía… ¿Algo que ustedes consideran malo, rodeado de algo que están convencidos de que es bueno?” me repreguntó la misteriosa voz.

“Bueno, no quise ofender a nadie… pero, sí, algo así…” contesté.

“Voy a encadenar conceptos, a ver si me vas siguiendo: este lago nace de la descarga del río Agrio, cuya vertiente está en la laguna del volcán…¿Sabes eso, verdad? Y las ácidas aguas de la laguna están formadas por aguas de deshielo y aguas termales que emergen del cráter. Vapores, sulfuros, compuestos de hierro, ácidos, sales minerales… Bien, las aguas termales provienen del interior de la tierra, de profundidades desconocidas…”.

Aproveché la pausa y completé el concepto para no evidenciar ante la entidad que no terminaba bien de entender:

“Que por supuesto, rige Plutón!”. “Pero, bueno, disculpa, puedes continuar… porque todavía no veo la relación” dije un poco incómodo por mi impaciencia.

“Correcto. ¿Y sabes quien rige la vegetación?” preguntó la voz.

“Cómo no saberlo...! la diosa Demeter. Pero otra vez se me presenta la paradoja… Recuerdo que Plutón había secuestrado a Perséfone, la hija única amada de Demeter, arrastrándola al centro de la tierra. ¿Cómo entonces, siendo enemigos, pueden convivir tan juntos?” dije.

“Bien, sí, es cierto. Pero completemos el cuadro: mientras Perséfone juntaba flores que su madre hacía crecer sobre la tierra, Plutón hizo brotar en la superficie un narciso, flor desconocida hasta ese entonces. Ella la vio y curiosa se acercó a contemplarla, lo que fue aprovechado por Plutón para abrir la tierra y montado en su carro tirado por caballos negros, la tomó en sus brazos rápidamente y la arrastró hacia el Hades, su reino, cerrando la tierra tras de sí ante los ojos desesperados de Demeter. ¿Hasta allí coincidimos?” preguntó.

“Ciertamente, coincidimos. Pero convengamos que hoy en día eso sería caratulado como Secuestro seguido de Violación, y Plutón, el omnipotente, el violador, sería perseguido por la justicia en todo el planeta…” me animé a decir, a pesar de saber que estaba solo en la noche, a merced de la voluntad de la energía.

“Puede ser, ustedes dirían que eso es malo, ¿verdad?” dijo la voz.

“Más vale que sí, no es para considerarlo de otra manera…” contesté sin saber bien adonde quería llegar la energía plutoniana.

“Y por supuesto, Demeter y su hija, representan el lado bueno de la historia… ¿No es así?” continuó diciendo el segmento.

“Y… sí, además el ropaje de Perséfone era blanco y los caballos del carro, eran negros; claros símbolos de lo bueno y lo malo, según se entiende” le dije.

“Veo que tenés mucho que aprender todavía… el caballo negro simboliza la realidad, no la maldad. Y el blanco del ropaje de la hija de Demeter representa la pureza, pero también el desconocimiento de la sabiduría trascendente; representa el principio, la inocencia referida a una experiencia que aún está incompleta” me contestó la voz. “Amigo, ustedes todo lo entienden como Bueno o Malo, Amigo o Enemigo, Luz o Sombra, Vital o Mortal… no pueden ver más allá de sus narices, y apenas en blanco y negro…”

“Está bien, pero no lo tomes a mal… me hago cargo de mi ignorancia y te ruego que me respondas finalmente mi pregunta” le dije, suspirando hondo y haciendo acopio de mi mejor paciencia.

“Bien, sigo entonces: Perséfone fue hecha su esposa por Plutón, para decirlo de alguna manera, y Demeter, mientras tanto, recorría cielo y tierra buscando a su hija, lanzando desgarrados lamentos que el viento propagaba a todos los extremos del planeta. Por supuesto, Demeter no entendía bien lo sucedido, pero ciertos elementales, testigos invisibles de la escena y colaboradores de Demeter en el mundo vegetal, le susurraron al oído lo que había pasado, y ella, enloquecida de furia y de dolor, acudió a Zeus buscando justicia. Pero he aquí que se presentó un burocrático problema de competencia; Zeus (Júpiter) era el rey de los cielos pero era hermano de Plutón, a quien se habían asignado el reino de las profundidades de la tierra, mientras que al otro hermano, Neptuno (Poseidón), se le asignaron los abismos de los mares. Todos ellos juntos regían el mundo, y no podían interferirse entre sí. ¿Me vas siguiendo?” preguntó la voz.

“Perfecto, hasta aquí… muy interesante tu relato” dije.

“Bien; Demeter, al no obtener respuesta favorable a sus reclamos, decidió que a pesar de ser la diosa de los cultivos, abandonaría su obligación y dejaría de fomentar el crecimiento sobre la faz de la tierra hasta tanto su hija no fuera devuelta. Al poco tiempo, la humanidad, ustedes los frágiles mortales, fueron presa del hambre y la muerte por inanición. El clamor de tantas voces desesperadas, al final llegó a oídos de Zeus, quien decidió reunirse con su hermano Plutón y buscar mediación en el asunto”.

La voz hizo una pausa y yo consideré que por respeto debía mantenerme en silencio.

“Plutón, según vos el representante de la maldad en esta historia, respondió que en todo caso, le fuera preguntado a la hija de Demeter, si quería regresar con su madre y abandonar el reino del Hades. Zeus consideró que era lo justo y Demeter, confiando en su hija querida, decidió aceptar la opción. Y así se hizo…

Pero, claro, la respuesta de Perséfone no fue la esperada por Demeter. Ella manifestó que a pesar de todo, aún amando tanto a su madre, ahora ella era la esposa de Plutón y había evolucionado a través de tantas transformaciones, que había dejado de llamarse Perséfone y actualmente su nuevo nombre era Coré. Dijo que ella era la reina de las profundidades y que compartía el trono con su esposo; que había encontrado un nuevo rumbo en su vida, que debía ayudar a su marido a regir en el cambio y la transformación, en los procesos de la vida y la muerte, y que ésa era ahora su voluntad y su destino” dijo la voz, haciendo una pausa.

Yo apretaba mis labios con fuerza para no interrumpir semejante relato.

“Sin embargo, Demeter, desconsolada por la falta de su hija, rogó por que se hallara alguna manera de poder seguir teniéndola consigo. Coré llamó a Plutón a conversar aparte y luego, de acuerdo con su esposo, decidió visitar a su madre durante seis meses por año, mientras que en los otros seis, Coré habitaría su hogar en las profundidades”.

No pude contenerme… y dije: “Qué historia apasionante…! ahora entiendo… por eso, durante primavera y verano, seis meses, todo en la naturaleza reverdece, mientras que en los otros seis meses, otoño e invierno todo lo verde llega a su ocaso, para luego recomenzar más revitalizadamente el ciclo… ¿No?”.

“Correcto, pero no era solamente eso lo quería que entendieras. Apunto aún más allá. Lo ideal sería que comprendieras que lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, la luz y la sombra, son solamente ambas caras de una misma moneda, que para ser moneda, necesita ambas expresiones de su naturaleza. Al igual que se expresan ustedes en su evolución en este plano, material pero también, espiritualmente. Plutón sólo se encarga de transmutar la energía vibratoria más interna del ser y sus cambios son generacionales, profundos e irreversibles, para que la naturaleza del ser pueda sublimarse hacia la perfección” dijo la voz.

“Sí, claro… pero mientras tanto, en pleno tránsito de la transformación, nos sentimos morir porque nuestras estructuras son zamarreadas como por un terremoto hacia esa nueva forma que estás mencionando; nuestra vida a veces parece que se desgarra en jirones y no podemos sentirnos más desesperados” no pude evitar replicar.

La energía pareció ignorar mis comentarios:

“Recuerda que Marte bajaba a la tierra a matar humanos; los seres, ya sin vida, eran trasladados por Mercurio hacia las profundidades; Mercurio era el único que tenía la entrada permitida en el Averno. Antes de llegar al portal se colocaba su casco que lo hacía invisible, los guardianes no lo percibían y así podía pasar. Plutón recibía a los muertos y transformaba los restos de su ser en una nueva materia y una nueva personalidad, para que el alma siguiera evolucionando; sin duda una función absolutamente necesaria e irremplazable. Observa el cambio en Coré: de inocente niña a reina del mundo subterráneo”. Y continuó diciendo:

“Aún Demeter fue transformada; comprendió que la continuidad de la vida estaba fundamentada precisamente en esos ciclos, mediante la discontinuidad. Real aunque parezca paradójico. Y por eso, se puede ver en este lago salado, que representa la energía de las profundidades donde la vida no puede florecer de ninguna manera, esta vegetación y este paisaje conviviendo con el azufre, el hierro, la sílice, el granito, la ceniza volcánica”.

“Ahora sí, creo entender…” le dije, “¿Es acaso Demeter que está rondando los límites del Hades, en espera de volver a ver a su hija?”.

“Puede ser, si lo entiendes así… pero el poder de transformación de Plutón es tan irresistible, que se comenta que Demeter a veces se interna a través de las secretas entradas hacia lo intraterreno a visitar a su hija; por supuesto, que algunas malas lenguas, entre ustedes los humanos, comentan por lo bajo que no es sólo por Coré que Demeter se atreve a visitar el reino de Plutón. Pero eso corre por cuenta de ustedes, los que no pueden diferenciar sino acotando todo entre bueno y malo, los que sufren y lloran por las pérdidas ocasionadas por la energía plutoniana, sin ver que lo viejo debe hacer un lugar para poder instalarse algo nuevo, para que se de oportunidad a la superación de los contenidos de la vida, ustedes los que no entienden que si bien la vida lleva a la muerte, en este plano la muerte es necesaria para que no muera la vida”…

Se hizo un silencio completo… por mi parte, impresionado de recibir semejante respuesta aleccionadora, que me daría motivos para pensar y repensar el pasado, el presente, y por supuesto los planes para el futuro. Por parte del segmento, también el silencio final. Miré con nuevos ojos a las aguas del lago, suspiré profundamente elevando la mirada hacia la luna llena… que me pareció que sonreía compasiva ante las muestras de mi pobre entender y tras una breve pausa, decidi que era mejor seguir mi viaje solitario (solitario?) hacia mi destino final: Copahue.

Después, en la mañana, al sumergirme en las aguas plenas de minerales de los baños, recordaba aquel misterioso diálogo nocturno a la luz de la luna llena… y comprendía que la muerte del viejo volcán era la fuente de vida y revitalización que yo había ido a buscar para curar mis viejos dolores. No pude evitar caer en la primitiva tentación humana de pensar… “¿Esto será bueno o será malo?” Sin embargo… Se me generan nuevos interrogantes; Plutón rige el sexo, la muerte y el renacimiento… ¿En qué momento volverá a renacer el viejo volcán? ¿Volverá Plutón a abrir la tierra en busca de una nueva Perséfone? ¿O tal vez, si no reaccionamos y dejamos de matar la vida del planeta, volverá para salvar a Demeter? ¿Para culminar un nuevo ciclo de civilización, como tantos otros ya fueron culminados? Porque no tengo dudas de que de algún modo, regresará; pero… ¿Dónde estaré yo en ese momento?… ¿Estarán aún conmigo mis viejos fantasmas? ¿Habré incorporado en mi espíritu ese concepto que apenas logré abarcar sólo intelectualmente, de que el Bien y el Mal no son otra cosa que fantasmas duales creados por nosotros, por el miedo de nuestra frágil humanidad? ¿Habré sido capaz de morir y renacer a mi nueva realidad? Solamente el tiempo será quien atestigüe; justamente el tiempo… ese otro fantasma que hemos creado y endiosado los mortales, y que sin embargo se ha convertido en nuestro verdugo.

¿Quién era que dijo acertadamente que no somos capaces de crear un mosquito, pero sí que nos creemos capaces de (y nos encanta!), todos los días… crear dioses?

Emilio

Lago Caviahue, enero del 2006

Neuquen, Cordillera Argentina

http://escritores-canalizadores.blogspot.com

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